I
Instituto Pedagógico “Alberto Escobar Lara” Maracay
Universidad Pedagógica Experimental Libertador
Sub-programa de Doctorado de Barcelona
Evelyn Antón Flores
evelynantonf@gmail.com
RESUMEN
El educando
como ser social, tiene una historia propia que contar, una identidad narrativa
que solo a través de una educación dialógica tendrá la oportunidad de
reconocerla, expresarla y transmitirla. De allí que la acción del educador, al
identificarse desde luego con los educandos, debe orientarse en la liberación de ambos. En el sentido del
pensamiento autentico; y no en el de la
donación, en el de la entrega de conocimientos. Requiere en el educador, el
despertar de su conciencia, creer en el poder creador de sus educandos,
reconociéndolos como seres con historias que contar.
Palabras
Claves: Identidad – diálogo- praxis educativa
Entendiendo la educación como una práctica social compleja, inscrita en un
contexto histórico cultural que condiciona la valoración y comprensión del
sentido humano; resulta conveniente, discernir como durante décadas ha estado caracterizada
por la manera unidireccional de transmisión de saberes; es decir, una
praxis vertical en la cual, el docente como figura de autoridad intelectual se
encarga de llevar la voz de mando en el proceso de aprendizaje. Freire (2003), califica esta praxis educativa, con el sustantivo
de “Educación Bancaria”. Término que
hace referencia al hecho en que el único
margen de acción ofrecido a los educandos, es el de recibir los depósitos,
guardarlos y archivarlos.
Ahora bien ¿Qué archiva? ¿Qué guarda? ¡Nada más y nada menos que verdades
absolutas, saberes estáticos! En ella, los
educandos, en una relación lineal con el educador queda alienado con una praxis
educativa discursiva, narrativa; conducente a la memorización mecánica del
contenido narrado. Entiendo y concibo esta praxis pedagógica, negadora de
identidades, claro está partiendo de la premisa que cada educando es un ser con
una identidad propia.
Identidad propia, que según Hegel, citado por Royo (2008), no le permite al
Ser, “permanecer en una situación inerte
sin tolerar ningún cambio dentro de sí; si así fuese, sería presa del
entumecimiento y de la rigidez, lo cual no permitiría ni el movimiento ni el
cambio”. El educando al ser sometido en
el espacio escolar, obligado a repetir verdades prestablecidas, se vuelve
vulnerable a ser un autómata, a negar su identidad, un relato de vida que puede
quedar oculto en la oscuridad de los saberes. Analizando esta práctica pedagógica Bancaria, negadora
de identidades, se puede afirmar que actúa bajo tres principios, estos a su vez
se insertan en los planos ontológicos, epistemológicos y axiológicos de manera
respectiva.
El primero, Educación como Práctica
de la Dominación: El extraño humanismo de esta concepción Bancaria, se
reduce a la tentativa de hacer de los hombres su contrario; un autómata, que es
la negación ontológica de ser mas. En este orden de ideas Valera (2003) señala “Tanto
hombres como mujeres a modo de sujetos populares atraviesan un proceso peculiar
en el decurso de su identidad, este proceso se ramifica en un despliegue de
caras y contracaras que van muchas veces
desde un nacimiento sin status político, sin ciudadanía, hasta la perdida total
de ser considerados por otros semejantes” (pág. 430)
Y es la educación bajo esta práctica equivocada responsable en ello, ya que
con la idea de sometimiento, los educandos se convierten en vidas excluidas en
práctica de toda ley, de todo derecho, de toda protección. Vidas a las cuales
el espacio escolar les niega su lugar, no se les brinda un espacio de acogida,
de bienvenida, de empatía, de fraternidad. Seres al ser considerados recipientes vacíos, son considerados sin rostros, sin historia.
En el plano epistemológico, ubico el segundo principio de la educación
Bancaria: Relaciones de Naturaleza Narrativa:
“La tónica de la educación, es eminentemente narrar siempre narrar”. El sujeto
encargado de tal narración es el educador, quien con su práctica, no solo conduce al educando a repetir contenidos,
además los sitúa como contenedores que deben ser llenados, ya que esta praxis
pedagógica consolidada en la defensa de una súper estructura Educador-
Educando, niega toda posibilidad de diálogo; alterando el proceso de
comunicación, convirtiéndolo en unidireccional.
Unidireccionlidad donde no tienen
cabida variables como: creatividad, iniciativa, inventiva, espacios de
encuentro, acogida, por lo tanto no pueden
generarse procesos formadores ni
transformadores, puesto que bajo esta visión distorsionada, la educación actúa como una especie de anestésico,
inhibiendo el poder creador de los educandos terminando por desconocer a los
hombres como seres históricos. Estos descriptores de la Educación Bancaria,
resultan incompatibles a la finalidad de
la educación venezolana, claramente descrita en el Artículo 102 de
nuestra Carta Magna […] desarrollar el potencial creativo de cada ser humano y
el pleno ejercicio de su personalidad en una sociedad democrática basada en la
valoración ética del trabajo y en la participación activa, consciente y
solidaria en los procesos de transformación social, […].
El educando como ser social, tiene una historia propia que contar, una
identidad narrativa que solo a través de una educación dialógica tendrá la
oportunidad de reconocerla, expresarla y transmitirla. Reconocer, expresar y
transmitir una historia; implica en primer lugar: La investigación acerca del
devenir histórico y cultural del ser humano, como colectivo e individualidad, atendiendo
dos cualidades, que de acuerdo a Kant, son importantes para su entendimiento: el
espacio y el tiempo. “El espacio no es otra cosa que la forma de todos los
fenómenos del sentido externo, es decir, la condición subjetiva de la
sensibilidad, bajo la cual tan solo es posible para nosotros la intuición
externa. […] el tiempo es la condición formal a priori de todos los fenómenos
en general” (Kant s/f,)
En segundo lugar el carácter estático de la educación Bancaria; una de las características
del Ser, es el cambio reflejado en un constante fluir. El ser, por
naturaleza; nunca está petrificado,
inmóvil; no permanece inerte en la temporalidad; sino que está en continuo
cambio manteniendo su esencia. La acción produce una continua movilidad y
cambio en el ser que se es para deslizarse hacia el Ser que se desea Ser. “Sin
la acción no habría movimiento ni cambio y por lo tanto el ser quedaría
solidificado estático e inalterable”
(Hegel ob.cit).
Con esta práctica educativa, el educador no puede percibir que la vida
humana solo tiene sentido en la comunicación; ni que su pensamiento solo
ganaría autenticidad en la autenticidad
del pensar de los educandos. Mediatizados ambos por la realidad, así como por
la intercomunicación, la intersubjetividad. La identidad, el existir de
cualquier ser, está condicionada por la existencia del otro. No existe
individuo que pueda vivir, que pueda
afirmarse sin el reconocimiento del
otro. “El ser solo se afirma o se niega a través del reconocimiento del otro,
sin la existencia de éste la comprensión del ser se torna difícil, puesto que
toda existencia carece de razón y de principios si esta permeada
por la ausencia de otra persona” (Hegel, ob.cit).
Inexistente Dicotomía Hombre-Mundo, es el tercer principio ubicado en el plano axiológico. Según Freire la Educación Bancaria implica “Hombres que están
simplemente en el mundo y no con el mundo y con los otros. Hombres espectadores
y no recreadores del mundo”. Esta práctica, percibe a la conciencia, como una sección dentro de
los hombres, mecanicistamente separada, pasivamente abierta al mundo, encargado
de colmarla de realidad, insistiendo en ubicar
a los educandos como simples contenedores; que de reconocer en ellos
conciencia, la relación de ésta con el mundo es pasivamente abierta a él y a
todas sus verdades presentes, establecidas, a sus saberes estáticos.
Desde estos planteamientos cabe preguntarse ¿Corresponden estos a una
novela de ficción?; ¿Tienen similitud con la praxis pedagógica actual?; ¿Describen
estos planteamientos contextos o espacios escolares conocidos? Las respuestas
pueden ser diversas, divergentes o convergentes, de acuerdo al lector, a su
contexto; la idea no cuestionar realidades, solo lograr a través de revisiones
bibliográficas y experienciales otra
forma de asumir la praxis pedagógica. En este sentido Freire la nombra
Problematizadora o Liberadora, cuya razón de ser, radica en su impulso inicial
conciliador de sus dos polos; es decir, educador- educando; de tal manera que
ambos se hagan simultáneamente educadores y educandos.
De este modo se encuentra la raíz de la educación misma, como manifestación exclusivamente humana; es
decir, de la inclusión de los hombres y en la conciencia que de ella tienen.
Tal como lo indicaba Platón “El hombre para llegar a ser hombre, necesita del
hombre” Por su parte Kant “Cuanto el hombre es se lo debe a la educación”. Estos
principios se reflejan en el Artículo 14 de nuestra Ley Orgánica de Educación
(2009), […] La educación es un derecho
humano y un deber social […] continua e interactiva, promueve la construcción
social del conocimiento […].
Conciliar estos dos polos, implica atender las relaciones intersubjetivas
que se dan durante la praxis pedagógica, las mismas permiten, en los procesos formativos
existenciales, establecer unidad y diferencias, en el sentido de afirmar, como
se ha llegado a ser lo que se es. La identidad, o la esencia del Ser, se
verifican según Ricoeur, en los relatos, en la narración, en la historia y en
la comprensión e interpretación de los diferentes contextos, basados en la
experiencia de vida (Valera 2009, p.
433).
De allí que la acción del educador, al identificarse desde luego con los
educandos, debe orientarse en la
liberación de ambos. En el sentido del pensamiento autentico; y no en el de la donación, el de la entrega
de conocimientos. Requiere en el educador, el despertar de su conciencia, creer
en el poder creador de sus educandos, reconociéndolos como seres con historias
que contar. Amerita también que el educador además crea en la potencialidad del
diálogo como estrategia para alcanzar efectivamente esas intersubjetividades
dadas en el espacio escolar. Y que
narrar; pero, desde la dialogicidad es
una relación indispensable en el acto cognoscente, descubridor de la realidad
en una relación dialéctica.
Desde esta perspectiva el educador ya no es solo el que educa; sino aquel
que, en tanto educa es educado a través del diálogo con el educando, quien al
ser educado también educa (Freire, 2003). Así ambos se transforman en sujetos
del proceso en el que crecen juntos y
en el cual los argumentos de la autoridad ya no rigen, porque cada educando es
un relato de vida. El ser humano, al
construir ámbitos de relación con el otro y consigo mismo en su proceso formativo,
recurre constantemente a una práctica de contar, imaginar relatos que implican
pensar-se, reconocer-se, comprender-se e
incluso transformar-se. De acuerdo a estos planteamientos debe considerarse el
espacio escolar, como espacio de diálogo entre sus actores, en una relación
dialéctica.
En este sentido comparto las premisas de Ricoeur (ob.cit) “La manera como
pensamos y narramos nuestras vidas y las
vidas de los otros, con quien nos comprometemos
y respondemos tiene directamente que ver con nuestro proceso formativo”.
Resultando así doble ganancia, se estaría formando al educador en educador y al
educando preparándolo para asumir su presente y forjar su futuro y a su vez
ambos se estarían formando en la condición humanan de ese ser social preservando
su naturaleza.
Atender el carácter dinámico de la educación, implica considerarla
antagónica a las verdades prestablecidas y volver la cara al reconocimiento de
la naturaleza humana y social del hombre, a través de una Pedagogía Social como praxis liberadora que atienda y magnifique una de las grandes
virtudes que como humanos poseemos y nos diferencia de otras especies de seres
vivos, la palabra. Para Habermas (), “El lenguaje será la instancia más
representativa de la humanidad; algo que lo caracterizará claramente de los
animales, por su doble dimensión técnica
y práctica”. “No hay palabra verdadera que no sea una
unión inquebrantable entre acción y reflexión” (Fiori, citado por Freire,
2003).
La palabra, como
instrumento del diálogo es praxis y la educación también es praxis. De allí que
tanto unir estas dos praxis, conjugarlas, interdependizarlas, sea transformar
el mundo para bienestar propio y colectivo, ya que la acción define al ser y
fija su identidad. “El Ser es acto y potencia, acto en cuanto a lo que se
es en el presente y potencia por lo que puede ser en el futuro. El ser en
potencia tiene la facultad de crear, de innovar, de construir su futuro ya que
él es el arquitecto de su destino”, (Aristóteles s/f).
El espacio escolar
debe actuar como escenario donde el educando se proyecte en sus actos,
afirmando y reafirmando su identidad, su historia propia, tanto individual como
colectiva ya que este no es un ser aislado. Detrás de cada educando, existe un
grupo familiar, una comunidad con cultura
propia y diversidad cognoscitiva, que debe respetar-se, valorar-se y
complementar-se con las de sus compañeros y todos los actores del acto
educativo para formar-se y transformar su realidad, haciendo uso de su
potencial creador e innovador.
REFERENCIAS
CONSTITUCIÒN DE LA REPÙBLICA BOLIVARIANA DE VENZUELA
FREIRE, P. (2003). Pedagogía
del Oprimido . Editores S.A. Buenos Aires.
LEY ORGÁNICA
DE EDUCACIÓN (2009)
HABERMAS, H (1954) Teoría de la Acción Comunicativa. Traducción: Antonio Elorza.
Editorial Joaquín Mortiz.
ROYO, H (2008)
Devenir del Ser y Filosofía del Concepto. A Parte Rei Revista de Filosofía. htpp://www.oei/ portal educativo
VALERA, M,
(2009) Entre Filosofía y Filosofar Pensamiento, Infancia y Ciudadanía. Editorial:
Ensayo y Error. Caracas