sábado, 17 de marzo de 2012

EMOCIONALIDAD Y FORMACIÓN DEL NIÑO DESDE UNA VISIÓN TRANSFORMADORA EN EL CONTEXTO EDUCATIVO




EMOCIONALIDAD Y FORMACIÓN DEL NIÑO DESDE UNA VISIÓN TRANSFORMADORA EN EL CONTEXTO EDUCATIVO

                                                               Autor: MSc. KAREN GARCÍA
                                                                          Karelyngh@hotmail.com

         Vivimos en una era de innovación tecnológica, importantes avances científicos, época donde el ser humano tiene más acceso a información, tecnología, propuestas educativas y Políticas de Estado, establecidas en beneficio de mejorar su calidad de vida. Pero a pesar de ello, “nuestra sociedad parece deshacerse a una velocidad cada vez mayor, debido a la pérdida de valores, autodominio, voluntad, carácter, seguido de la emoción quien es la semilla de todo impulso, que estalla por expresarse en acción” tal como lo expresa (Goleman 1997).
     Son éstas acciones manifiestas en; egoísmo, violencia, ruindad espiritual, las que parecen corromper la calidad de nuestra vida comunitaria. Lo que lleva a crearnos la incertidumbre sobre lo que será nuestro mundo en el futuro.  Sin embargo nosotros somos las cimientes de ese devenir, tal como lo expresa Morín (1998).
     “Si queremos que la tierra pueda satisfacer las necesidades de los seres humanos que la habitan entonces la sociedad humana deberá transformarse. Así el mundo del mañana deberá ser fundamentalmente diferente del que conocemos hoy en el crepúsculo del siglo XX y del milenio”. Por otro lado alega que “La educación juega un papel preponderante en la evolución hacia los cambios de estilo de vida y comportamientos es la “Fuerza del Futuro”.
     Este planteamiento conduce a fijar la atención en valorar el fruto del futuro que es la formación del niño hoy, poseedor de curiosidad como característica principal influyente en el proceso de desarrollo de su aprendizaje, que lo impulsa a una constante búsqueda, y  es a partir del encuentro que comienza a realizar sus  primeras aproximaciones explicativas y a aprehender de la realidad que encuentra. 
      Algunos especialistas alegan que la actuación del niño está estrechamente ligada a su cognición; la facultad que posee de procesar  la información a partir de la percepción, la experiencia y sus características subjetivas que permiten valorar la información. Para Neisser (1976), cualquier cosa que conozcamos acerca de la realidad, tiene que ser mediada, no sólo por los órganos de los sentidos, sino por un complejo de sistemas que interpretan y reinterpretan la información sensorial.
   Desde esta última afirmación se debe considerar que experimentar una emoción involucra un conjunto de cogniciones, actitudes y creencias sobre el mundo, que se utiliza para valorar una situación concreta y, por tanto influye en el modo en que se percibe la situación y posteriormente en el modo en que se actúa. Cada ser humano experimenta emociones de forma particular, dependiendo de sus experiencias anteriores, formación, aprendizaje, carácter y de la situación que se presenta.      
      Dentro de este planteamiento la formación pasa a ser determinante porque de acuerdo a cómo se va formando el niño, de sus vivencias, de lo que va aprehendiendo del entorno; familiar, social y escolar el repetirá y lo llevará al acto porque es lo ha visto; es lo que conoce; es la formación que ha recibido. Un ejemplo visible es cuando un niño observa a alguno de sus padres o ambos, a sus pares o personas cercanas a él,  justificar en sus emociones las acciones negativas que ejecutan, como molestarse y posteriormente lanzar objetos al suelo, decir improperios, golpearse entre ellos o a él mismo, abandonar metas  planteadas anteriormente.
      En este orden  el concepto de formación está estrechamente emparentado al concepto de cultura y manifiesta el carácter propiamente humano, de dar forma  a las prácticas naturales del hombre. Zambrano Leal (2009) sostiene que “La formación, tiene que ver con la experiencia, el tiempo y el devenir del sujeto, habla de la forma, de la transformación, del devenir siendo.  Es un concepto cultural que pone a la experiencia en el centro de la historia de un sujeto.  Ella narra lo vivido sin llegar a ser totalidad ni absoluto.  Es un concepto siempre en movimiento, abierto, sin límites.  Es un concepto político, estético y ético a la vez.  Está atravesado de vivencias, viajes, dolores, sabores, encuentros y sobre todo, nos da cuenta del viaje emprendido por una persona” (p.46).
      Aún cuando algunos autores afirman que no se puede formar a otra persona, pienso que se puede mostrar el camino hacia el viaje, el descubrimiento de sí mismo. En este caso interesaría aclarar si se puede incluir dentro de la formación  disciplinas que les permita a los niños desarrollar capacidades como aprender a razonar, reconocer sus propios sentimientos, los ajenos, refrenar los impulsos y gestionar operativamente sus emociones para con ello lograr una actuación eficaz u operativa.
        Al respecto, en el clima cultural actual, el espacio escolar se ha convertido en un campo de batalla, mientras  los educadores se encuentran ante la  tarea de mejorar los resultados de las competencias curriculares, buscar y emplear las mejores técnicas y estrategias para que sus estudiantes  logren las competencias, éstos mismos niños llegan a su clase diariamente con altos niveles de estrés expresados en impulsos y explosiones emocionales visibles en manifestaciones de conductas no operativas que van desde expresiones de ira, frustración, indiferencia, rabia, miedo, timidez, temor de pasar a la pizarra o de expresarse verbalmente, inseguridad para ejecutar las actividades en el aula, dificultad para relacionarse con sus pares, autoestima inadecuada,  hasta en acciones en contra del Docente como: desobediencia, actitudes  rebeldes, en contra de compañeros: amenazas físicas y verbales, en contra del ambiente escolar; resistencia a cumplir reglas, destrucción del ambiente.

     Ello pareciera indicar que trabajar sólo en el desarrollo de un coeficiente intelectual y de alcanzar competencias no es suficiente para lograr el bienestar de los alumnos, porque estas conductas se han convertido en un problema para el proceso de enseñanza-aprendizaje, representan un obstáculo y un riesgo para el devenir, en vista de que se están presentando con frecuencia no sólo dentro de las Instituciones Educativas, sino también en la vida cotidiana de los estudiantes.  

      Al respecto cada vez los noticieros hablan con más frecuencia sobre estudiantes de distintas partes del mundo que se agraden y causan daños a ellos mismos, a sus compañeros, a sus maestros o profesores y otros, siendo a veces mortal la consecuencia. Así mismo crecen las manifestaciones de preocupación por parte de los Docentes ante tal situación, algunos expresan; “Los niños de hoy son muy agresivos”; “ no sé qué hacer con esta situación se escapa de mis manos” ; “Es un problema de hogar”;  “Creo que la escuela no puede hacer nada al respecto”;  “Ya le he aplicado todas las estrategias que aprendí durante mis estudios”, “Que en la dirección vea que medidas toman”.  


      En este sentido la mayoría de los Docentes defienden la postura de que hace falta tomar medidas para solventar el problema, pero que no es un trabajo sólo del Docente o de la Escuela, aluden que debe ser una labor en conjunto con el hogar, con las políticas educativas, la escuela y por qué no con especialistas en el área un equipo multidisciplinario, porque el comportamiento de los alumnos está haciendo imposible la convivencia escolar y obstaculiza el cumplimiento de su labor. Ante este panorama se presentan las siguientes interrogantes: ¿Qué impulsa a los alumnos a realizar esos actos?, ¿La Emocionalidad de los niños tendrá que ver con la manifestación de conductas no operativas?,  ¿Cómo se concibe la formación del niño en el Clima Cultural Actual?, ¿Se aplica la Transversalidad de la  Emocionalidad en la Práctica Pedagógica Actual?, ¿Cuál es la importancia de las Emociones en la Formación del niño?

       Es evidente la influencia de las emociones  en la actuación de los escolares para: realizar una actividad, alcanzar las competencias planteadas, practicar los valores, establecer comunicación asertiva con sus pares o las demás personas que lo rodean, resolver problemas, preservar el ambiente, acatar las normas establecidas dentro del recito escolar y hasta las establecidas por sus padres. Es notorio al experimentar las emociones que no saben dirigirlas al escoger alternativas guiadas por el impulso para conducirse que generan los conflictos anteriormente planteados. 

     La emocionalidad tiene que ver la parte  emocional, es decir con las emociones del ser humano, son fenómenos psicofisiológicos que representan modos de adaptación a ciertos estímulos ambientales o de uno mismo. Psicológicamente, las emociones alteran la atención, hacen subir de rango ciertas conductas guía de respuestas del individuo y activan redes asociativas relevantes en la memoria. Fisiológicamente, las emociones organizan rápidamente las respuestas de distintos sistemas biológicos, incluidas las expresiones faciales, los músculos, la voz, la actividad del sistema nervioso autónomo y la del sistema endocrino, a fin de establecer un medio interno óptimo para el comportamiento más efectivo. Y conductualmente, las emociones sirven para establecer nuestra posición con respecto a nuestro entorno, y nos impulsan hacia ciertas personas, objetos, acciones, ideas y nos alejan de otros.
     Las emociones actúan también como depósito de influencias innatas y aprendidas, y poseen ciertas características invariables y otras que muestran cierta variación entre individuos, grupos y culturas (Levenson, 1994).[]
     Apoyándome en esta afirmación y en la situación actual de la escuela donde; el descontrol emocional, es manifiesto,  se aprecia un déficit importante en “habilidades sociales”, los alumnos vienen menos dispuestos a aprender, el soporte de la familia ha perdido peso en el proceso educativo, lo que se les enseña y sus intereses personales tienden a distanciarse, la escuela a veces no sabe conectar con los principales problemas evolutivos y sociales de los niños/as, el trabajo educativo ha perdido encanto y prestigio social y una parte importante de los profesionales se sienten indefensos en el medio laboral.

     Me parece pertinente asegurar que existe la necesidad latente de valorar el peso que tiene la emocionalidad del niño en su formación y darle la importancia que merece, incluyendo disciplinas que permitan al niño desarrollar capacidades para reconocer sus sentimientos así como los sentimientos de los demás y adquirir o desarrollar habilidades para autorregular las emociones.
    Muchos son los personajes; Filósofos, Educadores, Médicos, Psicólogos que a través de la historia han desarrollado diversas teorías tratando de explicar el origen, naturaleza, transmisión, funcionamiento e importancia de las emociones, entre ellos; Platón, Aristóteles, René Descartes, Baruch Spinoza, David Hume, Thorndike, Garnerd, entonces, ¿Por qué, no darle la atención que merece, educando emocionalmente al individuo desde nuestras escuelas?.
REFERENCIAS:
Goleman, Daniel, (1995). Inteligencia Emocional. México
Morín,  Edgar (1998) Los Siete saberes necesarios a la Educación del futuro.
Shapiro, Lawrence (1997) La Inteligencia Emocional de los niños. Uruguay.
Extremera, N. y Fernández-Berrocal, P. (2004). El papel de la inteligencia emocional en el alumnado: evidencias empíricas. Revista Electrónica de Investigación Educativa, 6 (2). Consultado el día 22 de Agosto de 2011 en: http://redie.uabc.mx/vol6no2/contenido-extremera.html.

Cicuendez, A (2010). Educación y Emociones. Cuadernos de Educación y Desarrollo Revista Académica Semestral, 2 (15).Consultado el día 26 de Agosto de 2011 en: Eumed.net, Universidad de Málaga. http://www.eumed.net/rev/ced/index.htm

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