miércoles, 21 de marzo de 2012

Otra forma de ver la formación



Instituto Pedagógico “Alberto Escobar Lara” Maracay
Universidad Pedagógica Experimental Libertador
Sub-programa de Doctorado de Barcelona

Artículo de  Sociopolítica.
Carlos Materano Fernández

Otra forma de ver la formación

Partiendo  de la visión de  formación que está concebida   en nuestro país,  y que a pesar de los intentos reformadores,  sigue   sometida  a  la transmisión  y repetición de contenidos que centran sus fundamentos en la razón instrumental;  se requiere  aunar  esfuerzos  para el logro de  una formación con  miras  a una práctica pedagógica  creativa, innovadora, democrática, intercultural, dialógica que  priorice el  fortalecimiento profesional y   la  discusión de acciones  inherentes al hecho pedagógico
Algunos  de estos estamentos se viene discutiendo  desde tiempos remotos  y son muchos los autores  que han hecho aportes pertinentes y significativos,  Gadamer (1998) en su postura  inherente a formación expone: Uno se educa a sí mismo porque, sobre todo, el aprendizaje depende de cada cual; uno se educa junto con otros porque somos seres en conversación, en relación con otro… En concordancia, la formación  parte del hecho de conocerse a sí mismo,  pero a su vez no puede darse aislada  de los que nos rodean,  de todos aquellos elementos que en su conjunto forman el mundo.
                                                                                                                  
  Por lo tanto,  la pertinencia  de la interacción  con el otro, respetando su legado cultural, social, político, sus emociones, sus habilidades y destrezas,  sus intereses  su visión de mundo y  su subjetividad. Esto  permitirá al sujeto   formarse,  develar  su identidad, su origen, su historicidad sus raíces vislumbrando un camino  no andado  y que empezará a transitar  teniendo como compañeros de viaje  la creatividad, la criticidad, el orgullo de su   transformación y la brújula que le permitirá encontrar los mejores senderos.

De allí,  la pertinencia de un  educador, que en su praxis  propicie  el diálogo bajo un clima de respeto y consideración, con tolerancia hacia la diversidad y hacia divergencia  de puntos de vista, con una visión altruista. Por consiguiente,  lo que  comunique  no pueden  ser pautas preesta­blecidas, deberán ser fundamentos  para la discusión, para la búsqueda en la transversalización de la cultura académica con la cultura pública.   

 Cruce de culturas  que  perfilen  una  formación otra que contemple  acciones  donde el participante  sea el protagonista de su propio aprendizaje bajo la interrelación con los demás  seres humanos, con  la naturaleza como prioridad para su desarrollo; centrado en  el saber y éste a su vez  se base en la experiencia, en   transitar por la vida, en   llegar, como lo dice Hegel,  a “ser lo que se es”, participante que sobrevuele las cadenas que lo  atan a una sociedad  eminentemente  controladora y paternalista. Por ello,  la importancia de identificar, no solo las cogniciones  del participante  si no también los legados experienciales, puesto que las vivencias, los triunfos, los fracasos, las alegrías, las tristezas, el miedo, la espontaneidad y   las vicisitudes  son en sí  elementos de una formación que  narrada a  los participantes y los  define  como seres  vulnerables al sentir  y padecer , parte de un conjunto, de un todo  y por lo tanto en necesario  servirles  la pista para que emprendan el viaje hacia el encuentro con ellos  mismos.     
                                                             
No obstante, se hace perentorio romper  con la  praxis pedagógica positivista, donde se vislumbra:  la  repetición de contenidos,  la carencia  significativa de   estrategias  creativas, la  visión unilineal  del discurso, un docente  definido  como dador de clases, el divorcio del  ser humano  con  naturaleza lo cual  conlleva a un  desarrollo poco sustentable que atenta  contra la misma  prevalencia de la humanidad y por ende de los demás seres  que cohabitan este planeta.
Esta visión  circunscrita en la razón instrumental, frenan el desarrollo autentico del  individuo, anclándolo como lo refiere   Pérez (2010)  a una “concepción simplista de la pedagogía como proceso de transmisión unidireccional,  del docente como un mero técnico que imparte un currículo prescrito y del conocimiento como objeto neutral, establecido y acabado…, Como lo indica el autor antes citado una praxis pedagógica  conformista, poca creativa  y  repetitiva.
Es pertinente la reflexión  docente  sobre la  praxis  pedagógica en base a:  los  aciertos y errores propios del proceso, el sentido de pertenencia, el compromiso de cambio,  la pertinencia en la investigación,  el respeto a la diversidad cultural – social  de los participantes;  reflexión que les permita   analizar, evaluar y cuestionar  su praxis a fin de  repensarla con el firme propósito  de   investigar y adecuar   estrategias que permitan  una interacción  docente – participante  horizontal – proactiva.
Cuando el docente   asuma  una actitud crítica hacia  su  praxis pedagógica,   se pudiera hablar de  un participante que:  aprende  a través de sus propias acciones  con la colaboración de los otros, observa  la realidad e interviene en ella de forma protagónica y desprendida, asume su rol dentro del grupo  al cual pertenece  y,  sueña con una sociedad provista de oportunidades, con un concepto de igualdad, legitimidad, de pluralismo político  y participación  protagónica.
Así mismo, es preciso,  entender como docentes,  que la función nuestra se basa en el acompañamiento del participante, en la interacción permanente, clara y oportuna permitiéndole  la participación – acción,  auspiciando  situaciones  que generen en él  las  respuestas  a las diferentes interrogantes, dando prioridad a sus inquietudes,  valorándole   en esencia como ser integral permitiéndole  explorar,  palpar,  indagar y discriminar para que su aprendizaje realmente  se afiance. 
También es menester un ambiente cónsono y  agradable que favorezca  la interacción de la cual  se viene hablando  y que propicie   una pedagogía que  rompa con los estamentos sociales  establecidos  que estancan las posibilidades  del  ser,  que alienan  su  actuación  y lo supeditan   a sus   intereses  obviando  la verdadera  esencia  que constituye  al ser humano,  a entender  se perfila una pedagogía  que base su proceso en una enseñanza que permita el surgir de la identidad del sujeto.
En concordancia, la praxis docente  no pude  seguir viéndose  como una simple habilidad,  una  forma de  enseñar;   sino como  una compleja actividad cultural- social  profundamente  vinculada  con el  desarrollo sustentable.  Subyace entonces,   una visión otra de formación donde se priorice  el ser como sujeto   y se empiece a de  repensar la  sociedad,  dar la mano a un mundo que exige  ser respetado, abrazar  la transformación del individuo y  cultivar la ética, la estética  y el afecto como elementos  fundamentales   en el desarrollo plena del ser.

REFERENCIAS
GADAMER,  H. (1998) El giro hermenéutico: Madrid, España
PÉREZ, A. (2010) Aprender a educar. Nuevos desafíos para la formación
   de docentes:   Revista de Escuelas Normales  Número 68 (24,2)
   Zaragoza – España


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