Instituto
Pedagógico “Alberto Escobar Lara” Maracay
Universidad
Pedagógica Experimental Libertador
Sub-programa
de Doctorado de Barcelona
Artículo de Sociopolítica.
Carlos Materano Fernández
Otra
forma de ver la formación
Partiendo de la visión de formación que está concebida en nuestro país, y que a pesar de los intentos
reformadores, sigue sometida
a la transmisión y repetición de contenidos que centran sus
fundamentos en la razón instrumental; se
requiere aunar esfuerzos para el logro de una formación con miras
a una práctica pedagógica
creativa, innovadora, democrática, intercultural, dialógica que priorice el
fortalecimiento profesional y la
discusión de acciones inherentes
al hecho pedagógico
Algunos de estos estamentos
se viene discutiendo desde tiempos
remotos y son muchos los autores que han hecho aportes pertinentes y
significativos, Gadamer (1998) en su postura
inherente a formación expone: Uno se educa a sí mismo porque, sobre
todo, el aprendizaje depende de cada cual; uno se educa junto con otros porque
somos seres en conversación, en relación con otro… En concordancia, la
formación parte del hecho de conocerse a
sí mismo, pero a su vez no puede darse
aislada de los que nos rodean, de todos aquellos elementos que en su
conjunto forman el mundo.
Por lo tanto, la pertinencia de la interacción con el otro, respetando su legado cultural,
social, político, sus emociones, sus habilidades y destrezas, sus intereses
su visión de mundo y su
subjetividad. Esto permitirá al
sujeto formarse,
develar su identidad, su origen, su historicidad sus
raíces vislumbrando un camino no
andado y que empezará a transitar teniendo como compañeros de viaje la creatividad, la criticidad, el orgullo de
su transformación y la brújula que le
permitirá encontrar los mejores senderos.
De allí, la pertinencia de un educador, que en su praxis propicie
el diálogo bajo un clima de respeto y consideración, con tolerancia
hacia la diversidad y hacia divergencia
de puntos de vista, con una visión altruista. Por consiguiente, lo que
comunique no pueden ser pautas preestablecidas, deberán ser
fundamentos para la discusión, para la
búsqueda en la transversalización de la cultura académica con la cultura
pública.
Cruce de culturas que
perfilen una formación otra que contemple acciones
donde el participante sea el
protagonista de su propio aprendizaje bajo la interrelación con los demás seres humanos, con la naturaleza como prioridad para su desarrollo;
centrado en el saber y éste a su vez se base en la experiencia, en transitar por la vida, en llegar, como lo dice Hegel, a “ser lo que se es”, participante que sobrevuele
las cadenas que lo atan a una
sociedad eminentemente controladora y paternalista. Por ello, la importancia de identificar, no solo las
cogniciones del participante si no también los legados experienciales,
puesto que las vivencias, los triunfos, los fracasos, las alegrías, las
tristezas, el miedo, la espontaneidad y
las vicisitudes son en sí elementos de una formación que narrada a
los participantes y los
define como seres vulnerables al sentir y padecer , parte de un conjunto, de un todo y por lo tanto en necesario servirles
la pista para que emprendan el viaje hacia el encuentro con ellos mismos.
No obstante, se
hace perentorio romper con la praxis pedagógica positivista,
donde se vislumbra: la repetición de contenidos, la carencia
significativa de estrategias creativas, la
visión unilineal del discurso, un
docente definido como dador de clases, el divorcio del ser humano
con naturaleza lo cual conlleva a un
desarrollo poco sustentable que atenta
contra la misma prevalencia de la
humanidad y por ende de los demás seres
que cohabitan este planeta.
Esta visión circunscrita en la
razón instrumental, frenan el desarrollo autentico del individuo, anclándolo como lo refiere Pérez (2010) a una “concepción
simplista de la pedagogía como proceso de transmisión unidireccional, del docente como un mero técnico que imparte
un currículo prescrito y del conocimiento como objeto neutral, establecido y
acabado…, Como lo indica el autor antes citado una praxis pedagógica conformista, poca creativa y
repetitiva.
Es pertinente la reflexión docente
sobre la praxis pedagógica en base a: los aciertos
y errores propios del proceso, el sentido de pertenencia, el compromiso de
cambio, la pertinencia en la
investigación, el respeto a la
diversidad cultural – social de los
participantes; reflexión que les permita
analizar, evaluar y cuestionar su praxis a fin de repensarla con el firme propósito de
investigar y adecuar estrategias
que permitan una interacción docente – participante horizontal – proactiva.
Cuando el docente asuma una actitud
crítica hacia su praxis pedagógica, se pudiera hablar de un participante que: aprende a través de sus propias acciones con la colaboración de los otros, observa la realidad e interviene en ella de forma
protagónica y desprendida, asume su rol dentro del grupo al cual pertenece y, sueña con una sociedad provista de oportunidades,
con un concepto de igualdad, legitimidad, de pluralismo político y participación protagónica.
Así mismo, es preciso, entender como docentes, que la función nuestra se basa en el
acompañamiento del participante, en la interacción permanente, clara y oportuna
permitiéndole la participación –
acción, auspiciando situaciones
que generen en él las respuestas
a las diferentes interrogantes, dando prioridad a sus inquietudes, valorándole
en esencia como ser integral permitiéndole explorar,
palpar, indagar y discriminar
para que su aprendizaje realmente se
afiance.
También es menester un ambiente cónsono y agradable que favorezca la interacción de la cual se viene hablando y que propicie una pedagogía que rompa con los estamentos sociales establecidos que estancan las posibilidades del
ser, que alienan su
actuación y lo supeditan a sus
intereses obviando la verdadera
esencia que constituye al ser humano, a entender
se perfila una pedagogía que base su proceso en una enseñanza que
permita el surgir de la identidad del sujeto.
En concordancia, la praxis docente no pude seguir viéndose como una simple habilidad, una
forma de enseñar; sino
como una compleja actividad cultural-
social profundamente vinculada con el desarrollo
sustentable. Subyace entonces, una visión otra de formación donde se
priorice el ser como sujeto y se empiece a de repensar la
sociedad, dar la mano a un mundo
que exige ser respetado, abrazar la transformación del individuo y cultivar la ética, la estética y el afecto como elementos fundamentales en el desarrollo plena del ser.
REFERENCIAS
GADAMER, H. (1998) El giro hermenéutico:
Madrid, España
PÉREZ, A.
(2010) Aprender a educar. Nuevos desafíos para la formación
de docentes: Revista de Escuelas Normales Número 68 (24,2)
Zaragoza – España
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