Instituto Pedagógico “Alberto Escobar Lara” Maracay
Universidad Pedagógica Experimental Libertador
Sub-programa de Doctorado de Barcelona
Alejo Sayago Méndez
alseay11@hotmail.com
PRAXIS DEL DOCENTE UNIVERSITARIO Y TRANSDISCIPLINARIEDAD
Resumen
En el contexto educativo actual, pensar en praxis
docente y transdisciplinariedad es
reflexionar acerca de la producción y comunicación de saberes en la profesión docente, un espacio para el
desarrollo de una educación transformadora. Ello implica situar los procesos cognitivos y pedagógicos
en el contexto de la complejidad del quehacer del docente, frente a nuevos
desafíos, crisis, emergencias sociales; así como del sujeto que aprende. La
praxis docente, como expresión de la acción transformadora del acto educativo,
representa un punto de encuentro para el diálogo creativo de saberes de la
realidad humana del ser de la educación con el propósito de problematizarla.
Palabras clave: Praxis,
docente, complejidad, transdisciplinariedad
La docencia universitaria
como profesión comprende aspectos científicos, técnicos y
del quehacer cotidiano que exigen
reflexión, creación y transformación
permanente que
constituye la praxis educativa, entendida ésta, como la reflexión y acción
del docente sobre su práctica para transformarla. La praxis es una práctica social que se concibe
como un conjunto de actuaciones de los actores sociales, con las que se
pretende satisfacer sus necesidades y que implica unas acciones operativas, de
actitudes y comportamientos. En el contexto educativo, los términos praxis y
práctica tienden a ser utilizados indistintamente. En la praxis reside el éxito del docente, su efectividad y
acierto con los estudiantes; una cualidad innata del docente relacionada con su
capacidad comunicativa, de manejo de grupos, relaciones humanas, de autoridad
ganada en la comprensión de situaciones
y en la intuición de su manejo; en tanto que la práctica es entendida como el
modo instrumental, técnico, performatizado, repetitivo del saber enseñar.
En
el análisis de la situación que enfrenta hoy la educación universitaria,
la crisis de la praxis del docente ha ocupado lugar destacado en los últimos
años. Las observaciones de nuevos rumbos provienen de la necesidad sentida de
formar al profesional a partir de un enfoque que trascienda lo disciplinario,
de interacción y diálogo del saber enseñar
y el saber pedagógico. Las discusiones realizadas entre quienes detentan
los saberes específicos de las disciplinas que enseñan y quienes detenten el
saber pedagógico para su transmisión, concluyen que en el ejercicio de la profesión docente, ha
prevalecido el saber disciplinario en detrimento de otros saberes, de la
diversidad, de la complejidad, de la totalidad.
Entre
el docente y el discente existe una inmensa barrera que impide la verdadera
interrelación y el crecimiento personal. El espacio educativo universitario no
resulta el más idóneo para el desarrollo de un proceso que debe estar signado
por la flexibilidad, la camaradería y el
compromiso académico en pos de los objetivos comunes; por el contrario, todo
conspira para que la comunicación sea
vertical, inefectiva, controladora y punitiva: el sistema, los reglamentos, el
ambiente de aula, entre otros. ¿Cómo abordar esta complejidad? ¿Cómo cambiar
esta cultura? ¿Cómo crear espacios
educativos para la comprensión, la reflexión y diálogo de saberes? ¿Cómo enfrentar la complejidad
que el proceso educativo implica?, ¿Cómo desarrollar el saber práxico en el
docente universitario para enfrentar la complejidad de las realidades actuales?
Según Morin (1982; 56), “… la realidad es compleja...y a través de la
transdisciplinarierdad nos acercaremos a ella". La transdisciplinariedad basa sus
reflexiones en el “descubrimiento” de la complejidad como punto de partida para
comprender la realidad social contemporánea. Para tal fin, la primera gran
frontera que pretende superar la transdisciplinariedad es aquella que fracciona
el conocimiento en disciplinas, que utiliza métodos, objetos de estudios,
problemas de investigación, y marcos
teóricos, que cambian sólo a partir de
ellas mismas y dentro de las construcciones evolutivas que han establecido los
límites de cada una de las disciplinas. La idea de trascender las
disciplinas se impone como un imperativo necesario para comprender las realidades
complejas del mundo contemporáneo. La solución, como lo indica Martínez (2003), no es desechar el conocimiento construido,
sino construir nuevos sistemas para la codificación e integración, donde los
saberes serán más legítimos, útiles y prácticos. La Transdisciplinariedad no busca ni tiene
intención de acabar con las disciplinas, su finalidad, afirma Nicolescu (1996),
es la comprensión del mundo actual, y la unidad del conocimiento, uno de sus imperativos. Por
consiguiente, estos conceptos surgen con el propósito de unir lo desunido, de
establecer un diálogo entre disciplinas y demás saberes que permitan a
docentes, investigadores y estudiantes acercarse a la realidad.
La praxis del docente
adolece de la necesaria transdisciplinariedad
en la ejecución curricular, tanto en el saber específico por enseñar,
como lo pedagógico y del quehacer pedagógico, las condiciones sociales e
históricas de la educación, el proyecto de persona que se busca, los
determinantes sicológicos del aprendizaje y de
desarrollo humano, que requieren la convergencia de disciplinas como la
sociología, psicología, la lingüística y la filosofía que con la formación pedagógica propiamente
dicha, y con la experiencia de la vida trasciendan lo disciplinar, multidisciplinar
y lo interdisciplinario. En el discurso
convencional de la práctica
docente, difícilmente se concilia el manejo científico de la disciplina
enseñada con el proceso pedagógico y la transformación de su propia práctica a
la luz de las condiciones sobre determinantes ya enunciados. ¿Cómo superar esta
crisis?, ¿Cómo incorporar a la praxis profesional del docente los saberes
transdiciplinarios?
En las
crisis es menester redoblar esfuerzos para encontrar salidas, innovar esquemas,
haciendo a un lado preconcepciones ancladas en etapas pasadas. Por
esto se busca desarrollar en los ambientes de aprendizaje, una pedagogía
que conciba al ser humano como un ser único e independiente, un ser espiritual,
que se interrelacione, que busca autonomía de ser y de existir, sensible ante
sus propia exigencias y las de su comunidad; catalizador de su propio
destino y constructor de su propia historia con decisión y responsabilidad. A
través de la praxis educativa desde la visión transdisciplinaria, se orientará
al discente en el proceso de comprensión del mundo y su realidad,
convirtiéndolo en un profesional bien informado y motivado por los problemas de la sociedad, provisto de un
sentido crítico y en capacidad de reaccionar ante las nuevas tensiones del
planeta.
Respecto
a la educación universitaria, la opinión
pública venezolana y en particular hacia
el interior de este espacio educativo,
se cuestiona intensamente sus resultados, su lentitud para cambiar, y sobre
todo, el desfase respecto a las nuevas
realidades del mundo. Se enfatiza en lo relacionado con el docente y sus
métodos de enseñanza, sus conocimientos científicos, su actualización de
saberes, sus competencias pedagógicas, sus estrategias de enseñanza, y su modo
de actuar; se le cuestiona su inercia mental, su capacidad para comprender su
práctica y generar los cambios necesarios para mejorarla, su competencia para
hacer de la clase un espacio de interés y motivante para el aprendizaje. Sin
embargo, en el escenario de la educación universitaria venezolana, la mayoría de los docentes son profesionales sin
formación pedagógica.
Durante décadas los
requisitos de la docencia universitaria venezolana se ha centrado en sus
competencias técnicas disciplinarias, sin considerar la formación pedagógica
como elemento indispensable de esta actividad. En consecuencia, en su práctica
docente imperan los postulados
tradicionales de la enseñanza, centrados en la enseñanza-aprendizaje de relación unidireccional, vertical,
desvinculada de las realidades diversas, del sujeto que aprende,
autosuficiente, de imposición y de poder del docente hacia el estudiante. No
obstante, como lo menciona Carmona (2004), en la actualidad, tanto en las
instituciones como en las políticas de educación superior, se realizan
esfuerzos para que los nuevos diseños curriculares incluyan un pensamiento
integral, holístico, interdisciplinario y transdisciplinario, que formen
profesionales con pensamiento crítico, capaces de abordar planteamientos complejos,
y preparados para dar respuestas viables, confiables y con equidad a los
planteamientos de la realidad.
La
praxis del docente universitario, debe estar centrada en la pertinencia,
colaboración y solidaridad, despojada de
todos los males del cientificismo: rigidez en los programas de estudios,
escasa respuesta a las demandas sociales, homogeneidad del método científico,
excesivo disciplinarismo y enfoque en más especialización sin ninguna conexión
con el contexto social. Desde una visión transdisciplinaria, la praxis docente
universitario orientará al discente en el proceso de comprensión del mundo y su
realidad, convirtiéndolo en un profesional bien informado y motivado por los problemas de la sociedad, provisto de un
sentido crítico y en capacidad de reaccionar ante las nuevas tensiones del
planeta.
Referencias
Carmona, M. (2004). Transdisciplinariedad: Una propuesta para la Educación Superior
en Venezuela. Rev. Ped, mayo 2004, Vol. 25, no.73, p.59-70. ISSN
0798-9792.
Martínez, M. (2003): “Transdisciplinariedad, un enfoque
para la complejidad del mundo actual”. Conciencia Activa 21. Número 1,
pp. 107-146. Caracas.
Morin, E. (1982). Ciencia con conciencia.
Barcelona, España: Anthropos.
Nicolescu, B. (1982). La Transdisciplinariedad.
Manifiesto. Multiversidad Mundo Real Edgar Morin A. C. Hermosillo. México
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