jueves, 15 de marzo de 2012

El milagro de la formación docente- estudiante


Georgina Marbella Promard Sifontes

___________________________________

UNIVERSIDAD PEDAGOGICA EXPERIMENTAL  LIBERTADOR

SUBDIRECCIÓN DE INVESTIGACIÓN Y POSTGRADO

SUBPROGRAMA DE DOCTORADO EN EDUCACIÓN

El milagro de la formación docente- estudiante



            La formación representada en la metáfora de la “residencia y el viaje” explica la iniciación del estudiante novicio en lo conocido, como las experiencias vividas; la residencia así como también en lo desconocido, como las experiencias por vivir, el viaje. Convirtiéndose la formación en la trayectoria vital del sujeto en su proceso de comunicación con el mundo a través de las emociones.
            La enseñanza en la formación del individuo necesariamente se debe ajustar al proceso de transformación del mismo, tomando en cuenta la emocionalidad del sujeto, su interioridad para lograr una atención curiosa por parte del aprendiz, evitando así que la residencia y el viaje formativo no sean solo, dadas, hechas, acabadas y cerradas. Sino que despierten en él el interés por lo conocido, lo no leído, lo no mirado, lo no dicho.
Es por ello, que en las aulas venezolanas no solo es preponderante la formación inicial del docente, sino que además la formación que se da en él a través de su práctica pedagógica es crucial, siendo aquí el espacio donde se nutre de saberes permitiéndole observar las características de sus estudiantes, para así enfocarse en las individualidades de manera creativa.
Entendiendo que el deber del docente al participar activamente en el proceso formativo del estudiante novicio, toma en cuenta el mundo interior de sus discípulos a través del diálogo intersubjetivo, logrando establecer conexiones entre el interior y el exterior despertando el interés por lo no conocido, lo no mirado, lo no vivido, lo no hablado.
Es en el diálogo, en el encuentro intersubjetivo con otras formas de pensar semejantes y distintas, y también en el diálogo del sujeto consigo mismo, por medio de lo cual se produce la fusión de horizontes en la escuela (Valera y Madriz 2006). Siendo necesario rescatar en las aulas venezolanas esa relación intersubjetiva desde el inicio de la formación del individuo hasta alcanzar parte importante de su trayectoria donde ejerza influencia en otros, como lo es el caso de los docentes; influencia esta que debe estar cargada experiencias motivadoras e inquietantes que despierten la curiosidad del estudiantado hacia lo desconocido, lo por conocer, lo no visto, lo no leído, lo no escuchado.
Por lo tanto, no debe existir extrañamiento si el entender tiene resultados distintos, en distintas épocas e incluso en diferentes individuos hasta para un mismo sujeto, ya que esto va a depender de la situación singular, necesidades, sueños, deseos, ideas, imágenes, en las que está ubicado el estudiante, siendo importante para el docente la inagotabilidad del lenguaje en la búsqueda del verbum interius, la palabra interior no dicha que a través del diálogo se vuelve escucha e impulsa al estudiante a comprender.
Lo que conlleva a hacer  la siguiente pregunta ¿Qué sucede cuando ese verbum interius no surge porque el aula no es un lugar de audiencia?
En la experiencia de Pennac (2009):

De modo que yo era un mal alumno. Cada anochecer de mi infancia, regresaba a casa perseguido por la escuela. Mis boletines hablaban de la reprobación de mis maestros. Cuando no era el último de la clase, era el penúltimo (¡Hurra!) negado para la aritmética primero, para las matemáticas luego, profundamente disortográfico, reticente a la memorización de las fechas y a la localización de los puntos geográficos, incapaz de aprender lenguas extranjeras, con fama de perezoso (lecciones no sabidas, deberes no hechos), llevaba a casa unos resultados tan lamentables que no eran compensados por la música, ni por el deporte, ni, en definitiva,  por actividad extraescolar alguna.

_ ¿Comprendes? ¿Comprendes al menos lo que te estoy explicando?

Y yo no comprendía… (p.9)

De acuerdo a la experiencia del autor antes señalado, desde la posición de un “mal alumno” se encontraba en un vacio, las palabras resonaban mas no se comprendían, el diálogo exterior e interior  no se estaban produciendo, más bien se había convertido en un recipiente en el que lo que entraba, no tenía sentido, ni conectaba con nada que despertara su interés, por lo que se sumergió en una desesperanza aprendida.
Tal como lo plantea (Delgado 2010) un estado en el que se ven debilitados o extinguidos, el amor, la confianza, el entusiasmo, la alegría y la fe; es una especie de frustración e impotencia, en el que se suele pensar que no es posible por ninguna vía lograr una meta. Es una forma de considerarse  atrapado, agobiado e inerme.
Siendo importante señalar que este tipo de experiencia narrada por Pennac no es una situación aislada que se presentó en un momento dado con un alumno europeo; por el contrario es real y vigente en el ámbito escolar venezolano, donde se encuentran historias de vida semejantes que terminan de manera inadecuada, como lo es la deserción escolar debido a la mirada de indiferente ejercida por los actores que guían el aprendizaje del estudiantado; y otros que terminan de manera totalmente resiliente logrando superar los obstáculos obteniendo experiencias satisfactorias en su viaje y residencia.
Para el filósofo Nietzsche la desesperanza aprendida es “la enfermedad del alma moderna” en la que estudiantes en diversos niveles se encuentran, dicha afirmación sustentada por estudios realizados a nivel de manejo de la lectura por parte de algunos docentes en su práctica pedagógica y por ende en sus estudiantes.
Donde además, según (Carlino 2005)  aún cuando la lectura es reconocida como una herramienta fundamental para el aprendizaje, la escuela no tiene capacidad para desarrollar y potenciar una adecuada competencia lectora. Esto se debe a que la formación teórica de los docentes, las metodologías, los esquemas de interacción maestro-estudiante, los libros y otros materiales impresos, están concebidos para el desarrollo de la lectura mecánica.
Entendiendo lo antes expresado como la imposibilidad aprendida de establecer un diálogo con el material a leer, por lo que no se convierte en escucha, limitándose la relación que se tiene con el texto, las dudas y desconfianza que genera, la atención y el respeto que se le guarda y la manera de escucharlo.
Evidenciando esto que es necesario que el proceso formativo del sujeto desde sus primeros años de vida al encontrarse con la escuela este cargado de diálogo, de relaciones intersubjetivas que permitan que sus procesos mentales encuentren enlazar lo aprendido con el conocimiento previo, y con el interés por lo no conocido, lo no mirado, lo no vivido, para llegar a ser el que se es; generándose la transformación para comprender la realidad que para (Nietzsche 1997) “ Tres transformaciones del espíritu os menciono: cómo el espíritu se convierte en camello, y el camello en león, y el león, por fín en niño. (p.97)
Esa transformación mencionada por Nietzsche ha sido experimentada por muchos, entre ellos Daniel Pennac que relata su historia de vida desde la óptica de un “mal alumno” y como 4 profesores le salvaron la vida, simplemente con la certeza de que su práctica pedagógica debía estar centrada en permitir al estudiante a través de sus cualidades, potencialidades, sueños y experiencias expresarse y relacionarse con el exterior y el interior de su mundo. Para luego mostrarse al mundo como un individuo integro y capacitado para afrontar adversidades y oportunidades.


Georgina Promard

Correo electrónico: gmpromard@yahoo.com

Desde Barcelona
















































No hay comentarios:

Publicar un comentario