Universidad
Pedagógica Experimental Libertador
Instituto
Pedagógico " Rafael
Alberto Escobar Lara " Maracay
Doctorado
en Educación
La socio-constitución de los saberes en el espacio
escolar
Autor: Jesús Zurbarán
Jaza_75@hotmail.com
Toda cultura, por el hecho de ser cultura, organiza el lugar donde vive, determina e interpreta
los fenómenos naturales, tiene un concepto de su imagen, de sus individuos, de
sus comportamientos; tiene idea de lugar y de tiempo, lo que constituye una
manera particular de ver el universo; realmente no es sólo una manera de verlo,
es también una forma de vivirlo y de sentirlo. El significado de los símbolos
está generalmente arraigado en el mismo proceso histórico de la comunidad y
pertenece por entero a su propia ordenación del mundo: su cosmovisión.
Las culturas se desarrollan en
diferentes momentos, en distintos lugares y tiempos y se relacionan unas
con otras también de maneras distintas,
pero todas son importantes en la medida que tienen su propia organización, su
propia manera de reconocerse, de relacionarse con su entorno, con su medio ambiente
y hábitat, y de construir conocimiento, lo que las hace automáticamente
interesantes por sus riquezas .El
reconocimiento de la diversidad cultural
de una sociedad, conlleva una implicación pedagógica que se concreta en la
necesidad de una educación intercultural.
No solamente para los pueblos culturalmente
diferenciados, sino también para la sociedad, que tiene el deber y el derecho
de conocer, valorar y enriquecer nuestra cultura con los aportes de otras, en
una dimensión de alteridad a partir de
un diálogo respetuoso de saberes y conocimientos que se articulen y
complementen mutuamente. La humanidad tiene tendencia a no reconocer ni
respetar los límites; siempre desea ampliar su
conocimiento, ampliar sus horizontes, etc.
“Las
culturas están aparentemente encerradas en sí mismas para salvaguardar su
identidad” (Morin, 2000,
p61). De ahí la importancia de reconocernos como tal, para afianzar nuestra
identidad y evitar, en esta dimensión de
exploradores, invadir o dejarnos invadir por otras cultural, sin mediar una
reflexión crítica; de no ser así, se dará un avasallamiento e imposición de
criterios y formas particulares de conocer y clasificar el mundo que nos rodea,
considerándolo como la única forma válida. Aquí radica la trascendencia de la
interculturalidad.
Las instituciones educativas denominándolas como
espacio escolar, también son impactadas por el enfrentamiento entre las
culturas presentes en ellas. (Pérez,
1992, p48). “La cultura
escolar no permite que el alumno se compenetre con la realidad reconstruyendo
lo fundamentos culturales”
.Necesitamos, pues, analizar y reconstruir
el espacio escolar, con el fin de que no sólo sean esos contenedores que
dan cobijo y cabida a las acciones educativas, sino también esas instancias
capaces de formar parte, como elemento integrante de primer orden, de los
procesos educativos. Corresponde a un
proceso endógeno de formación y socialización, de acuerdo a las características
culturales sociopolíticas, económicas y lingüísticas propias, de tal manera que
mediante este proceso permanente se garantice la interiorización de la cultural
que ubica al individuo en el contexto de su propia identidad.
La educación es la forma privilegiada de
transmitir, conservar, reproducir y construir la cultura. Permite generar
conciencia crítica capaz de transformar la sociedad. Cada grupo humano cuenta
con los mecanismos básicos para educar a sus miembros dentro de una perspectiva
que le garantice a la sociedad los elementos necesarios para construir su
devenir histórico en el contexto de su proyecto de hombre y de sociedad; es por
esto que la sociedad en su conjunto es educadora.
La
escuela va a hacer visible la cultura académica a través del currículum. Se
llama así a todos los conocimientos que se adquieren dentro de la escuela, sin
importar la vía de transmisión de esos conocimientos (contenidos
científicos, textos, innovación docente, etc.). “Se
acentúa el currículo como elemento que estructura un cuerpo orgánico que
permite el domino” (Pérez, 2003, p102).
Los docentes se centran principalmente
en atender las normativas y programas curriculares emanados de las instancias
educativas superiores. Por lo que, el
espacio escolar se va replicando un
saber generalizado y poco pertinente con su entorno y que pretende a costa de
mutar los mundos de vida propios de las culturas locales formar un modelo de
hombre competitivo e individual, característico del liberalismo.
Es aquí donde la normalización del saber moderno instituido cobra altos
niveles de eficiencia pues es tan profundo el arraigo en el ser que educa que
es difícil tomar conciencia del rol asumido como colonizador
de mentes y acciones en el ser educado.
Los docentes gestionan el poder amparados
en la fuerza que le otorgan el conocimiento (académico) y el nivel de
información que poseen. La élite dirigente lo administra mediante la
relación que los ata a las decisiones
del Estado y a las clases dominantes. La formación docente en los países
latinoamericanos se encuentra inmersa en una serie de complejidades y
contrariedades.
Los educadores, como formadores de una
sociedad, reproducen sin pausa e inconscientemente, en su mayoría, los saberes
modernos deudores de la cultura occidental. Sin embargo, los contextos de la
acción docente exhiben una gran riqueza acumuladas en las sabidurías de los
pueblos que son ignoradas en los programas escolares formales.
Durante el proceso de formación
académica el futuro docente es “educado” con base a diseños curriculares que reproducen la
cultura occidental moderna referidos a la enseñanza de asignaturas bajo marcos
referenciales disciplinarios, particularizados y atomizados que tienen como
norte detectar y solucionar problemas parciales y que pretenden seguir colonizando las mentes y las acciones de los
habitantes de las localidades intervenidas.
La
acción pedagógica es también democratización del conocimiento. Sólo puede
entenderse como una acción que desarrolla la capacidad del estudiante y del
docente para participar en la interpretación y producción de saberes. La
escuela, en este sentido, es un espacio público donde se produce opinión
pública acerca de los planteamientos, problemas y aspiraciones de la comunidad,
de los adultos, de los jóvenes, de los niños, etc.
Por consiguiente, El currículo, se debe
encaminar a buscar respuestas pedagógicas a los problemas y expectativas de la comunidad y del
grupo alrededor de ellos donde se
ordenan y articulan los conocimientos y saberes. En esta perspectiva, el
currículo constituye un proceso intencional de selección y organización de
cultura, que se fundamenta en la visión
o perfil del hombre y de la sociedad que el pueblo desea construir.
Finalmente, el hombre es
el producto de la interacción de la escuela y la familia, estas
dos agencias se encargan de socializar al hombre. Las funciones
socializadoras pueden definirse como el desarrollo en que los
individuos adquieren los compromisos y habilidades que constituyen los prerrequisitos
para el futuro desempeño de sus roles en la sociedad. Partiendo de esta idea
podemos notar la importancia de la escuela en la vida de los niños,
debido, a que es ésta considerada elemento integrante de primer orden, de los
procesos educativo y su adaptación en las
sociedades.
REFERENCIAS
Morín, E. (2000).Los siete
saberes necesarios a la educación del futuro. Ba IESAL-UNESCO.Caracas.Venezuela.
Pérez, A (1992).Cultura escolar y aprendizaje relevante. En: Extramuros- Dossier.UCV.Caracas.Venezuela.
Pérez, E (2003). Epistemología, Curriculum y Formación Docente. UDO. Cumaná.
Venezuela.
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